George “Buddy” Guy

Es innegable el legado de Buddy Guy para el mundo del blues y, sobre todo, a la hora de revisar las biografías de los grandes promotores del rock, quienes siempre le dan los créditos como padre y cultor de la guitarra eléctrica. 

Y cómo no, porque sin él, muchos de los solos de Jimi Hendrix o el blues de los Rolling Stones, no hubiesen sido lo mismo, porque el hombre de Louisiana electrificó el sonido de la guitarra, incluyendo extrañas piruetas en el escenario… este hito es considerado como el gran salto que la “música del alma” dio para definir el sonido que más tarde se conoció como rock.

George “Buddy” Guy aprendió a tocar la guitarra gracias a un “Diddley Bow”, que es un instrumento de cuerda estadounidense originario de África, que consiste en un tablero de madera con un único alambre amarrado entre dos tornillos. La forma de tocarlo consiste en pellizcarlo con una mano mientras se utiliza un "slide" de cristal o metal con la otra mano para variar el tono. Este instrumento fue construido rústicamente en su casa de Lettsworth (Louisiana) y fue el antecesor de su primera guitarra, una acústica marca Harmony, que luego donó para el Rock and Roll Hall of Fame.

A comienzos de los años cincuenta, comenzó a grabar demos junto a irregulares músicos del Baton Rouge, para luego viajar a Chicago, motivado por las expectativas de ser un grande de las seis cuerdas. En la ciudad del viento, se enamoró del sonido de Muddy Waters, quien lo invitó a participar en su banda, contratándolo part-time. Para 1958 Buddy Guy entró en una competencia de guitarristas cuyo premio era grabar para el sello Cobra Records, donde sus contendores eran nada más y nada menos que Magic Sam y Otis Rush, todo bajo el sonido del West Side. Buddy ganó el juego y éste se convertiría en su primer contrato.

Luego pasaría a ser parte de Chess Records, sello creado por los hermanos Leonard y Phil Chess, quienes convirtieron a esta compañía en uno de los escaños más importantes en la gestación del rock and roll, ya que dentro de su catálogo tenían a grandes artistas como Willie Dixon, Sonny Boy Williamson II, Muddy Waters, Little Walter, Jimmy Rogers, Howlin Wolf, Chuck Berry, Bo Diddley, entre muchos otros.

Buddy llegaba a Chess como artífice de un sonido crudo y eléctrico, pero los inicios en este sello no fueron para nada venideros, ya que sus primeras grabaciones fueron retenidas por los hermanos Chess por considerarlo ruidoso: “Tuve un amplificador Fender Bassman que no me dejaban ocupar demasiado, ya que los hermanos Chess encontraban que era un sonido demasiado desgarrador para le época y me decían todo el tiempo: “Nadie va a escuchar ese ruido”, pero luego cuando se dieron cuenta lo que provocaba Clapton con el tema “Strange Brew” en la versión de Cream, la cosa cambiaría”.

Después de un tiempo reconocería: “Por supuesto, yo tenía mucha más energía de la que tengo ahora. Pero a pesar de tener una gran cantidad de seguidores, no tenía ningún registro de estudio. Pensé que tal vez fue porque estaba tocando demasiado fuerte, entonces dije: “Clapton y Hendrix están ahí con los mismos trucos y venden millones de discos”, eso realmente me frustraba”.

Sólo después de 10 años grabando para este sello, saldría a la venta su primer disco llamado "Left My Blues in San Francisco". Todo un éxito que fue apreciado por el mismismo Muddy Waters, quien ahora lo invitaba al escenario como un artista consagrado y no como músico de sesión.

La reputación de Buddy Guy alcanzaría el mercado de Gran Bretaña, siendo cabeza de cartel de uno de los festivales más importantes para el género, como lo fue American Folk Blues Festival, donde jóvenes rockeros como Eric Clapton, Jeff Beck, y los Rolling Stones fueron la búsqueda de las raíces del blues americano. Su primer viaje al Reino Unido fue en febrero de 1965, durante el cual Rod Stewart actuó como parte de su banda.

El tour de Buddy Guy fue una de las grandes experiencias que el guitarrita vivió a mediados de los sesenta, ya que expuso su música a toda una nueva generación de músicos británicos deseosos de empaparse del Chicago blues. Él se sorprendió al ver cómo había influenciado a los guitarristas ingleses de esa época y de la manera como fue tratado, ya que a pesar de su corta carrera, Buddy era considerado una verdadera leyenda.

A comienzos de los setenta, la carrera del guitarrista vivió un verdadero declive, sus discos no se vendían, habían bajado un 40% sus actuaciones y los contratos eran cada vez menos rentables. Esto, debido a la masificación del blues-rock a manos de bandas como Led Zeppelin y Ten Years After: “Ellos tomaron mi influencia, ya que eran mis seguidores, lo que les dejó reconocimiento, fama y dinero, mientras a mí por esos años me pasaban por alto”, decía Guy al referirse a las súper bandas de los setenta.

Su carrera no despegaría sino hasta comienzos de los ochenta, donde se sumergió en una nueva época que afianzó un blues moderno en el que la gente y las propias bandas, le darían reconocimiento y fama, algo que nunca debió haber perdido.

En la década del 90, la música de Buddy Guy fue tomando distintos matices, complejizando los tres acordes bluseros, como en el caso del disco “Sweet Tea”, una obra que lo sumergió en lo más oscuro del sonido pantanoso de Mississippi, con inyecciones de vanguardia y distorsionados pedales. Es que ya no se podía hacer lo mismo que tocaban los músicos del Beale Street, porque el género cada día avanzaba hacía un sonido menos estándar, tratando de generar un crossover apto para un público masivo.

Esa fue una de las cosas que el guitarrista tenía bien claro al firmar por Silverstone Records, que es actualmente su casa discográfica. Su álbum debut para el sello fue el glorioso “Damn Right Ive got the Blues”, considerado por especialistas como una de las 10 maravillas modernas del género. Aquí alcanzó una repercusión mediática que lo lanzó nuevamente a los top de las tablas, y cómo no iba ser así, ya que en este trabajo encontramos la guitarra de tres de sus amigos no americanos: Mark Knopfler, Eric Clapton y Jeff Beck.

Para este disco fichó el bajista Greg Rzab, quien fue parte estable de la banda por más de 13 años: “Dejé muchos trabajos de lado por tocar con Buddy, tenía contratos seguros con Carlos Santana, entre otros… pero me quedé con Guy porque pensé que era una bonita oportunidad”, diría Greg. Pero, al parecer, la fama y los dólares iban moldeando la cabeza del guitarrista hacia una máquina de hacer dinero, pero lamentablemente esa riqueza muy pocas veces fue transmitida hacia la banda: “Buddy cobra mucho dinero por cada show y a la banda nos pagaba con centavos”, comentaría Greg.

Pero a fines de los noventa, varios de sus integrantes decidieron marcharse por los malos tratos y sobre todo, por lo poco que pagaba a sus músicos: “No entendía mucho cómo el público se dejaba atropellar por Buddy, ya que en los shows regalaba uñetas que decían ¡Fuck You! ¿Para qué? Siempre tuvo problemas con fanáticos que lo querían saludar, pues andaba con un séquito de guardias que lo seguían en todos los shows… en realidad, no es tan buena persona como lo creen”, agrega Rzab.

El recuerdo de Phil

La familia de Buddy Guy vivía en los campos de Louisiana, unas 60 millas al noreste de Baton Rouge, en el que sus padres Isabell y Sam Guy trabajaban de granjeros para mantener a sus 5 hijos. No tenían electricidad ni tampoco agua potable. Cuando Buddy tenía 13 años, la familia, debido a una buena cosecha, obtuvo luz eléctrica y lo primero que llevaron a su casa fue un viejo fonógrafo, en el que escuchaban canciones de Muddy Waters y John Lee Hooker, quienes invadieron el hogar de blues e integraron a dos pequeños a la música, Buddy & Phil Guy.

A mediados de los sesenta, cuando Buddy se mudó a Baton Rouge para comenzar la escuela secundaria, dejó su vieja guitarra (Harmony) colgada en una pared de su casa. Phil tenía por entonces 13 años cuando se paró delante de la guitarra de su hermano completamente hipnotizado, la tomó entre sus manos y trató de entonar un par de melodías sin mayor resultado. La dio vuelta para un lado y el otro, pero había algo que no funcionaba, era zurdo, así que se vio forzado a tocarla como si fuera derecho.


En el verano de 1970, Buddy y Phil Guy se unieron a un cúmulo de rock stars que incluía a Janis Joplin, The Band y The Grateful Dead, entre otros, en el Festival Express. Éste, era un tren donde se tocaba día y noche recorriendo Canadá, haciendo paradas-conciertos en Toronto, Winnipeg y Calgary. El festival más largo de la historia, (como es conocido) capturaba el espíritu y la imaginación de una década y una nación. Por mucho tiempo perdido y nunca antes visto, las filmaciones del Festival fueron encontradas en 1990 y con ellas se realizó un documental luego de 35 años. En el film se puede ver a Phil y Buddy en una jam en uno de los vagones del tren y además parte de su concierto en Winnipeg, una joya de colección.

Este año y producto de un cáncer a la próstata, dejo de existir el pequeño Phil como lo llamaba Buddy, dejando un profundo agujero en el alma del rey de Chicago, ya que en 2006 habían grabado el álbum “He is My Blues Brother”, que retrataba la vida de ambos en el desarrollo del género. “¡Nosotros somos los verdaderos hermanos blues!”, exclamaba Buddy Guy en el disco.

Phil fue lejos uno de los bluesman más respetados entre sus pares, grabando placas en todo el mundo, despegándose siempre de la imagen de su hermano, y de esa manera lo entendía Buddy.

Vigencia en el mercado

Justo la muerte de su hermano vino en uno de los peaks de su carrera, ya que este año se lanzó “Skin Deep”. Aquí, Guy creó un álbum totalmente original, para el cual contó con la colaboración de Eric Clapton, Robert Randolph, Susan Tedeschi y Derek Trucks, dándole nuevos aires a la carrera de Buddy e inyectando dosis de blues con un mesurado pop. Pero, además, el guitarrista se ha empeñado en mantenerse actual con su reciente aparición en el film de Martin Scorsese llamado “Shine a Light” que retrata un concierto de los Rolling Stones.

Como siempre, Buddy trata de mantenerse vigente, si no es por sus incursiones con John Mayer o, como fue en los ochenta, acompañando a Stevie Ray Vaughan. Es que para ser un prócer de esta música tienes que estar constantemente renovándote, tal cual lo hicieron John Lee Hooker e incluso Bo Diddley. Esta música avanza a pasos agigantados hacia un nuevo horizonte, que no se encuentra en los estándares clásicos que el género despegó hace más de 50 años, sino que en la ambigüedad del sonido, en aquella fusión rítmica que hace del blues una de las corrientes musicales más exquisitas de la música popular… y es así como Buddy Guy entiende que se debe tocar el blues.

Claudio Ibarra



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